Terapia de oxigenación

Terapia de oxigenación

La terapia de oxigenación es un tratamiento médico que proporciona oxígeno adicional a las personas cuyos cuerpos no pueden obtener suficiente por sí solos, ayudándoles a respirar más fácilmente y apoyando la función de los órganos vitales cuando las afecciones pulmonares o cardíacas dificultan la respiración.

Tabla de contenidos

Cuando respiras, el aire entra en tus pulmones transportando aproximadamente un 20% de oxígeno. Tus pulmones absorben este oxígeno y lo envían a través del torrente sanguíneo a cada célula, tejido y órgano de tu cuerpo. Este proceso ocurre automáticamente miles de veces cada día, manteniéndote con vida sin que tengas que pensar en ello. Sin embargo, algunas afecciones médicas interfieren con este proceso natural, impidiendo que tu cuerpo obtenga el oxígeno que necesita para funcionar correctamente.[1]

La terapia de oxigenación aborda este problema administrando oxígeno adicional, o oxígeno suplementario, más allá del que respiras del aire normal. Este tratamiento puede cambiar la vida de las personas con dificultades respiratorias, permitiéndoles mantenerse activas, dormir mejor y mantener su calidad de vida incluso mientras gestionan problemas de salud graves.[2]

Quién necesita terapia de oxigenación

Los profesionales sanitarios prescriben terapia de oxigenación para personas con diversas afecciones que impiden que sus pulmones absorban suficiente oxígeno o que sus corazones bombeen sangre rica en oxígeno de manera eficaz por todo el cuerpo. Las razones más comunes para necesitar oxígeno suplementario incluyen enfermedades pulmonares que dañan las vías respiratorias o el tejido pulmonar, dificultando que el oxígeno pase al torrente sanguíneo.[1]

Las personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), que incluye afecciones como enfisema y bronquitis crónica, a menudo requieren terapia de oxigenación a medida que su enfermedad avanza. Las vías respiratorias dañadas en la EPOC hacen cada vez más difícil que el aire fluya dentro y fuera de los pulmones. De manera similar, aquellos con fibrosis pulmonar, donde el tejido pulmonar se cicatriza y endurece, pueden necesitar oxígeno suplementario porque la cicatrización impide que el oxígeno pase adecuadamente a su sangre.[5]

Otras afecciones que pueden requerir terapia de oxigenación incluyen neumonía, que llena los pulmones de líquido e inflamación, y COVID-19, que puede dañar gravemente la función pulmonar. Las personas con fibrosis quística, un trastorno genético que causa acumulación de moco espeso en los pulmones, frecuentemente necesitan soporte de oxígeno. Los pacientes con insuficiencia cardíaca también pueden requerir terapia de oxigenación porque sus corazones debilitados no pueden bombear sangre lo suficientemente eficientemente como para suministrar oxígeno adecuado a los tejidos.[1]

Además, las personas con apnea del sueño, cáncer de pulmón y asma grave pueden necesitar oxígeno en diferentes momentos. Los alpinistas y viajeros a lugares de gran altitud a veces requieren oxígeno suplementario porque el aire a mayores elevaciones contiene menos oxígeno, lo que puede provocar mal de altura.[1]

Cómo determinan los médicos la necesidad de oxígeno

Tu médico no siempre puede saber con solo mirarte si tus niveles de oxígeno son demasiado bajos. Mientras que algunas personas notan empeoramiento de la dificultad para respirar o latidos cardíacos rápidos, otras se sienten bien incluso cuando su oxígeno en sangre está peligrosamente bajo. Por eso los profesionales sanitarios utilizan pruebas específicas para medir los niveles de oxígeno con precisión.[14]

La forma más común de verificar los niveles de oxígeno es con un pequeño dispositivo llamado pulsioxímetro. Esta pinza indolora se coloca en la punta del dedo, dedo del pie o lóbulo de la oreja y utiliza haces de luz para medir tu saturación de oxígeno, que indica el porcentaje de oxígeno en tu sangre. Muchos médicos verifican esto rutinariamente en cada cita, y puedes comprar tu propio pulsioxímetro en farmacias para monitorización doméstica.[1]

Un nivel de saturación de oxígeno saludable es del 95% o superior. Los profesionales sanitarios generalmente prescriben terapia de oxigenación cuando los niveles caen por debajo del 88%. Para una medición más precisa, los médicos pueden solicitar una prueba de gases en sangre arterial, que implica extraer una muestra de sangre de una arteria, generalmente en la muñeca. Esta prueba mide directamente tanto los niveles de oxígeno como de dióxido de carbono en tu sangre y proporciona la imagen más precisa de cómo están funcionando tus pulmones.[1]

Los niveles normales de oxígeno en sangre arterial oscilan entre 75 y 100 mmHg (milímetros de mercurio). Un nivel de oxígeno de 60 mmHg o inferior indica una clara necesidad de oxígeno suplementario. Sin embargo, los médicos deben tener cuidado porque los niveles de oxígeno que son demasiado altos —por encima de 110 mmHg— también pueden causar problemas y potencialmente dañar las células pulmonares.[4]

⚠️ Importante
No todas las personas con bajo nivel de oxígeno experimentan síntomas evidentes. Puedes sentirte bien incluso cuando tus niveles de oxígeno son peligrosamente bajos, por lo que las pruebas regulares por parte de tu profesional sanitario son esenciales si tienes una afección pulmonar o cardíaca. Nunca ajustes tu caudal de oxígeno prescrito por tu cuenta, ya que tanto muy poco como demasiado oxígeno puede ser perjudicial.

Signos de que puedes necesitar oxígeno

Aunque no siempre puedes detectar niveles bajos de oxígeno por ti mismo, ciertos síntomas deben llevarte a buscar atención médica inmediatamente. Cuando tu cuerpo no está recibiendo suficiente oxígeno —una afección llamada hipoxia— intenta compensar de maneras que producen signos notables.[1]

La respiración rápida o difícil es uno de los signos más comunes de bajo nivel de oxígeno. Puedes sentir que no puedes recuperar el aliento incluso cuando estás sentado quieto o realizando tareas simples. Tu corazón puede acelerarse mientras intenta bombear más sangre para suministrar el oxígeno disponible. Muchas personas también experimentan tos persistente o sonidos sibilantes al respirar.[1]

El bajo nivel de oxígeno puede afectar tu apariencia de formas distintivas. Tu piel, labios y uñas pueden adquirir un tinte azulado, especialmente notable en personas con tonos de piel más claros. Esto ocurre porque la sangre sin suficiente oxígeno aparece más oscura y azulada que la sangre rica en oxígeno. La fatiga extrema es otro síntoma común: puedes sentirte exhausto incluso después de una actividad mínima o encontrar difícil mantenerte despierto durante el día.[1]

La confusión y dificultad para concentrarse pueden ocurrir cuando tu cerebro no recibe oxígeno adecuado. Puedes sentirte desorientado, tener problemas para recordar cosas o experimentar cambios de personalidad. Los dolores de cabeza graves, especialmente por la mañana, también pueden indicar caídas de oxígeno nocturnas. Algunas personas con fibrosis pulmonar experimentan falta de aire incluso cuando sus niveles de oxígeno parecen normales en las pruebas, debido al esfuerzo extra requerido para respirar con pulmones rígidos y cicatrizados.[5]

Tipos de sistemas de suministro de oxígeno

El oxígeno para uso médico viene en forma gaseosa o líquida y puede administrarse a través de varios sistemas diseñados para satisfacer diferentes necesidades. Comprender las opciones te ayuda a elegir lo que funciona mejor para tu estilo de vida y requisitos médicos.[1]

Los cilindros de gas comprimido son grandes tanques metálicos que almacenan oxígeno puro bajo presión. Estos sistemas estacionarios funcionan bien para uso doméstico e incluyen un regulador para controlar el flujo de oxígeno. Un indicador muestra cuánto oxígeno queda en el tanque. Aunque estos proporcionan oxígeno confiable, los tanques son pesados y eventualmente se agotan, requiriendo reemplazo o recarga.[1]

Los concentradores de oxígeno se han vuelto cada vez más populares para la terapia de oxigenación en casa. Estos dispositivos eléctricos se enchufan a una toma de corriente y extraen oxígeno del aire que te rodea, concentrándolo para uso médico. Como fabrican oxígeno del aire de la habitación, los concentradores nunca se agotan, aunque requieren electricidad y mantenimiento regular de filtros. Los concentradores portátiles que funcionan con batería te permiten moverte fuera de casa mientras recibes oxígeno.[8]

Los sistemas de oxígeno líquido almacenan oxígeno en forma líquida súper fría, que ocupa mucho menos espacio que el oxígeno gaseoso. Esto permite contenedores portátiles más pequeños y ligeros que contienen más oxígeno, haciéndolos convenientes para personas activas que desean mantener su independencia. Sin embargo, el oxígeno líquido se evapora gradualmente incluso cuando no está en uso, por lo que estos sistemas necesitan recarga regular.[4]

Cómo se administra el oxígeno al cuerpo

Independientemente del sistema de oxígeno que uses, el oxígeno debe llegar a tus pulmones a través de un dispositivo de administración. El método más común utiliza una cánula nasal, un tubo de plástico delgado y flexible con dos pequeñas puntas que se ajustan justo dentro de tus fosas nasales. La cánula se conecta a tu fuente de oxígeno con un tubo más largo que puede alcanzar toda tu casa, dándote libertad para moverte y permitiéndote hablar y comer normalmente.[7]

Algunas personas que necesitan caudales de oxígeno más altos usan una mascarilla facial en su lugar. Existen varios tipos de mascarillas, desde diseños simples que cubren tu nariz y boca hasta versiones más especializadas que administran concentraciones precisas de oxígeno. Aunque las mascarillas proporcionan más oxígeno que las cánulas nasales, se sienten menos cómodas para uso prolongado y hacen más difícil comer, beber y hablar. Muchas personas usan una mascarilla por la noche y cambian a una cánula nasal durante el día.[7]

Tu prescripción de oxígeno especifica exactamente cuánto oxígeno necesitas, medido en litros por minuto, y cuándo usarlo. Algunas personas necesitan oxígeno todo el tiempo, incluso durante el sueño. Otras solo lo requieren durante la actividad física, cuando aumentan las demandas de oxígeno, o durante la noche cuando la respiración naturalmente se ralentiza. Tu médico ajusta esta prescripción basándose en tus niveles de oxígeno medidos durante diferentes actividades y momentos del día.[5]

Beneficios de la terapia de oxigenación

Cuando se usa según lo prescrito, la terapia de oxigenación puede mejorar significativamente tu vida diaria y salud general. Lo más importante es que previene la hipoxemia —oxígeno en sangre peligrosamente bajo— que puede dañar órganos vitales incluyendo tu cerebro, corazón y riñones. Sin oxígeno adecuado, estos órganos no pueden funcionar correctamente y pueden sufrir daño permanente. En casos graves, la falta de oxígeno puede provocar insuficiencia orgánica o incluso paro cardíaco.[3]

Muchas personas que usan terapia de oxigenación notan que se sienten mucho mejor en general. Los niveles adecuados de oxígeno reducen la sensación agotadora de falta de aire, haciendo que las actividades cotidianas como caminar, vestirse y cocinar sean más fáciles de manejar. Puedes encontrar que tienes más energía durante el día y puedes participar en actividades que previamente encontrabas demasiado agotadoras.[1]

La calidad del sueño a menudo mejora dramáticamente con la terapia de oxigenación adecuada. El bajo nivel de oxígeno durante el sueño puede causar noches inquietas, despertares frecuentes, dolores de cabeza matutinos y fatiga diurna. El oxígeno suplementario te ayuda a dormir más profundamente y despertar sintiéndote más renovado. Un mejor sueño contribuye a un mejor estado de ánimo, pensamiento más claro y mejor capacidad para manejar tu afección.[1]

Para las personas con afecciones cardíacas, la terapia de oxigenación reduce la carga de trabajo del corazón. Cuando el oxígeno en sangre es bajo, tu corazón debe bombear más fuerte y rápido para suministrar suficiente oxígeno a tu cuerpo. El oxígeno suplementario alivia esta carga, permitiendo que tu corazón trabaje más eficientemente y potencialmente previniendo más daño cardíaco.[7]

Consideraciones de seguridad y riesgos

Aunque la terapia de oxigenación es generalmente segura cuando se usa correctamente, el oxígeno es un peligro de incendio que requiere manejo cuidadoso. El oxígeno mismo no arde, pero hace que otros materiales se incendien más fácilmente y ardan mucho más intensamente. Esto significa que cualquier cosa inflamable se vuelve extremadamente peligrosa cerca del equipo de oxígeno.[7]

Nunca fumes ni permitas que nadie fume o vapee cerca del equipo de oxígeno. Incluso una pequeña chispa puede causar un incendio grave o explosión en un ambiente rico en oxígeno. Mantén el oxígeno alejado de llamas abiertas incluyendo velas, chimeneas, estufas de gas y calentadores de agua. Evita usar oxígeno cerca de elementos que producen calor o chispas, como maquinillas eléctricas, secadores de pelo y almohadillas térmicas. Coloca carteles de “no fumar” en tu hogar para recordar a los visitantes esta regla crítica de seguridad.[21]

El equipo en sí requiere cuidado para prevenir accidentes. Mantén la tubería de oxígeno organizada para evitar peligros de tropiezo —las caídas son comunes entre las personas que usan oxígeno en casa. Asegura los tanques en posición vertical en un soporte estable o encadénalos para evitar que se volteen, ya que un tanque que cae puede causar lesiones o dañar el equipo. Cuando uses oxígeno líquido, evita tocar la escarcha que se forma en los contenedores, ya que puede causar quemaduras en la piel.[21]

Algunas personas se preocupan de que la terapia de oxigenación sea adictiva o haga que sus pulmones se vuelvan “perezosos”. Esto no es cierto. El oxígeno es un tratamiento médico, no una droga, y tu cuerpo no se volverá dependiente de él más allá de su necesidad médica real. Sin embargo, usar oxígeno exactamente como se prescribe es crucial. Demasiado oxígeno puede causar problemas incluyendo toxicidad por oxígeno, que daña el tejido pulmonar. Nunca ajustes tu caudal de oxígeno sin consultar a tu médico.[6]

⚠️ Importante
La seguridad del oxígeno no puede subestimarse. Mantén un extinguidor de incendios funcional fácilmente accesible en tu hogar. Si comienza un incendio, apaga el oxígeno inmediatamente y sal de la casa. Nunca uses cables de extensión con concentradores de oxígeno, y verifica que los cables eléctricos no estén dañados. Almacena los tanques de oxígeno en áreas frescas y bien ventiladas lejos de fuentes de calor y nunca en maleteros de coches.

Vivir con terapia de oxigenación

Adaptarse a la vida con equipo de oxígeno puede sentirse abrumador al principio, pero la mayoría de las personas se adaptan rápidamente con el apoyo y planificación adecuados. Tener conversaciones con familiares y amigos antes de comenzar la terapia de oxigenación ayuda a mantener la normalidad. Explica que el oxígeno te permite mantenerte activo y continuar participando en actividades que disfrutas juntos, y pide su comprensión mientras te adaptas a esta nueva rutina.[16]

El mantenimiento regular del equipo mantiene todo funcionando sin problemas. Tu proveedor de oxígeno te enseñará instrucciones de cuidado específicas para tu sistema. Generalmente, debes reemplazar tu cánula nasal cada dos a cuatro semanas, o antes si has estado enfermo. La tubería más larga que conecta a tu fuente de oxígeno normalmente necesita reemplazo cada dos meses. Mantén cánulas y tubería extra a mano para emergencias o problemas con el equipo.[16]

La comodidad importa cuando usas oxígeno durante horas cada día. Aplica lubricante a base de agua o gel de aloe vera en tus fosas nasales y labios para prevenir la sequedad del flujo de oxígeno. La vaselina nunca debe usarse, ya que es inflamable. Si las puntas nasales o la tubería irritan tu nariz u orejas, pide a tu proveedor de oxígeno almohadillas de espuma que amortigüen estos puntos de presión. Algunas personas colocan gasa debajo de la tubería para proteger su piel.[21]

Los sistemas de oxígeno portátiles te permiten salir de casa y mantener tu independencia. Planifica los viajes cuidadosamente, asegurándote de tener suficiente oxígeno para toda la salida más extra para retrasos. Muchos usuarios de oxígeno mantienen un pequeño sistema portátil para recados y citas mientras usan un sistema doméstico más grande para el uso diario. Viajar en coche es usualmente sencillo, pero los viajes en avión requieren planificación anticipada y coordinación con las aerolíneas.[18]

Comprender cómo funciona la terapia de oxigenación en el cuerpo

Para apreciar cómo ayuda la terapia de oxigenación, es útil entender qué sucede en los pulmones sanos y cómo la enfermedad cambia este proceso. Cuando respiras normalmente, el aire viaja por tu tráquea y hacia vías respiratorias cada vez más pequeñas que se ramifican a través de tus pulmones como un árbol al revés. Al final de las vías respiratorias más pequeñas se encuentran diminutos sacos de aire llamados alvéolos, donde el oxígeno cruza del aire a tu torrente sanguíneo.[5]

En los alvéolos, el oxígeno pasa a través de una membrana delgada hacia diminutos vasos sanguíneos llamados capilares. Este intercambio ocurre en una región llamada intersticio. Una vez en tu sangre, el oxígeno se adhiere a los glóbulos rojos, que lo transportan a través de los vasos sanguíneos a cada parte de tu cuerpo. Tus células usan este oxígeno para crear la energía necesaria para todas las funciones corporales, desde el movimiento muscular hasta la actividad cerebral.[5]

Las enfermedades pulmonares alteran este proceso de varias maneras. En la EPOC, las vías respiratorias dañadas se estrechan y bloquean con moco, dificultando que el aire fluya dentro y fuera. Las paredes entre los alvéolos se rompen, creando espacios de aire más grandes y menos eficientes. En la fibrosis pulmonar, la cicatrización e hinchazón en el intersticio engrosan la membrana que el oxígeno debe cruzar, impidiendo que el oxígeno llegue eficientemente a la sangre. Estos cambios significan que menos oxígeno entra en tu torrente sanguíneo con cada respiración.[5]

La terapia de oxigenación compensa estos problemas aumentando la concentración de oxígeno que respiras. En lugar de respirar aire con 20% de oxígeno, el oxígeno suplementario administra concentraciones que van desde 24% hasta 100% de oxígeno puro, dependiendo de tus necesidades. Esta mayor concentración crea más moléculas de oxígeno en tus pulmones, mejorando la cantidad que cruza exitosamente a tu sangre a pesar del tejido pulmonar dañado.[6]

Terapia de oxigenación temporal frente a largo plazo

No todas las personas que necesitan oxígeno lo requieren permanentemente. La duración de la terapia de oxigenación depende completamente de tu afección médica y cómo responde al tratamiento. Algunas personas necesitan terapia de oxigenación solo temporalmente durante una enfermedad aguda, mientras que otras requieren oxígeno suplementario de por vida a medida que su afección crónica progresa.[1]

La terapia de oxigenación temporal a menudo ayuda durante neumonía, COVID-19 u otras infecciones respiratorias graves que reducen temporalmente la función pulmonar. A medida que te recuperas y tus pulmones sanan, tus niveles de oxígeno mejoran y puede que ya no necesites oxígeno suplementario. De manera similar, las personas que experimentan un ataque de asma u otra crisis respiratoria aguda pueden necesitar oxígeno en la sala de emergencias u hospital pero no una vez que su afección se estabiliza.[1]

Las afecciones crónicas como EPOC, fibrosis pulmonar e insuficiencia cardíaca grave a menudo requieren terapia de oxigenación continua. A medida que estas enfermedades progresan, la función pulmonar o cardíaca disminuye gradualmente, haciendo cada vez más difícil que tu cuerpo mantenga niveles adecuados de oxígeno por sí solo. Tu necesidad de oxígeno puede comenzar con solo uso nocturno o uso durante el ejercicio, luego expandirse a terapia las 24 horas a medida que tu afección avanza.[8]

Tu médico reevaluará regularmente tus necesidades de oxígeno mediante pruebas. Algunas personas encuentran que sus requerimientos de oxígeno cambian con el tiempo —a veces aumentando a medida que la enfermedad progresa, ocasionalmente disminuyendo si los tratamientos mejoran la función pulmonar. Hacer seguimiento con tu profesional sanitario y tener verificaciones periódicas de los niveles de oxígeno asegura que tu prescripción siga siendo apropiada para tu afección actual.[14]

Situaciones especiales que requieren terapia de oxigenación

Ciertas circunstancias crean necesidades temporales de oxígeno suplementario incluso en personas sin enfermedad pulmonar crónica. Comprender estas situaciones te ayuda a reconocer cuándo la terapia de oxigenación podría beneficiarte a ti o a alguien que conoces.

La exposición a gran altitud desafía el suministro de oxígeno de tu cuerpo porque la presión del aire disminuye a medida que aumenta la elevación, resultando en menos oxígeno en cada respiración. Los alpinistas que ascienden a alturas extremas usan rutinariamente oxígeno suplementario. Incluso los visitantes a elevaciones moderadamente altas como estaciones de esquí o ciudades de montaña pueden desarrollar mal de altura con síntomas incluyendo dolor de cabeza, fatiga y falta de aire. El oxígeno suplementario ayuda a prevenir y tratar estos síntomas.[1]

Los viajes en avión pueden plantear desafíos para personas con niveles de oxígeno límite al nivel del mar. Las cabinas de los aviones mantienen presión equivalente a unos 6.000 a 8.000 pies de elevación, lo que significa que hay menos oxígeno disponible que en tierra. Muchas personas que normalmente no necesitan oxígeno lo requieren durante los vuelos. Si tienes alguna afección pulmonar o cardíaca, discute los viajes aéreos con tu médico antes de volar. Las aerolíneas pueden acomodar las necesidades de oxígeno pero requieren aviso previo y documentación específica.[18]

La intoxicación por monóxido de carbono requiere tratamiento inmediato con altas concentraciones de oxígeno. El monóxido de carbono del escape de coches, calentadores defectuosos o incendios se une a los glóbulos rojos mucho más fuertemente que el oxígeno, impidiendo que tu sangre transporte oxígeno adecuadamente. La terapia de oxígeno de alto flujo ayuda a desplazar el monóxido de carbono y restaurar el suministro normal de oxígeno. En casos graves, el tratamiento puede involucrar oxigenoterapia hiperbárica, donde respiras oxígeno puro en una cámara presurizada.[13]

Métodos de tratamiento más comunes

Administración de oxígeno mediante cánula nasal

Un tubo de plástico delgado con dos puntas que se ajustan dentro de las fosas nasales, proporcionando la mayor libertad de movimiento, habla y alimentación. Conectado a la fuente de oxígeno mediante tubería larga que alcanza toda la casa. Método más comúnmente usado para administración de oxígeno suplementario en casa. Las cánulas deben reemplazarse cada dos a cuatro semanas o cuando te enfermes.

Sistemas de concentrador de oxígeno

Máquinas eléctricas que extraen oxígeno del aire circundante y lo concentran a niveles terapéuticos. Los concentradores domésticos estándar se enchufan a tomas de corriente y no se agotan de oxígeno. Los concentradores portátiles alimentados por batería permiten libertad para viajar y moverse fuera de casa. Requieren mantenimiento regular incluyendo cambios periódicos de filtro.

Tanques de oxígeno gas comprimido

Grandes cilindros metálicos que almacenan oxígeno 100% bajo presión con reguladores para controlar el flujo. Los dispositivos conservadores de oxígeno liberan oxígeno durante la inhalación y se detienen durante la exhalación para extender el suministro. Tanques portátiles más pequeños disponibles para uso fuera de casa. Requieren monitorización del indicador para reordenar antes de que se agote el suministro.

Sistemas de oxígeno líquido

El oxígeno almacenado en forma líquida ocupa menos espacio que el gas, permitiendo contenedores más pequeños y ligeros que contienen más oxígeno. Conveniente para pacientes activos que viajan frecuentemente. Requiere manejo cuidadoso para evitar tocar la escarcha que puede causar quemaduras en la piel.

Administración de oxígeno mediante mascarilla facial

Mascarilla que cubre nariz y boca usada cuando se necesita mayor flujo de oxígeno. Menos portátil que la cánula nasal e interfiere con hablar y comer. A menudo usada por la noche con cambio a cánula nasal durante las horas diurnas.

Terapia de oxígeno de alto flujo

Administra oxígeno cálido y humidificado a caudales más altos en entornos hospitalarios. Usado para pacientes que requieren mayor soporte de oxígeno.

Oxigenoterapia hiperbárica: un tratamiento especializado

La oxigenoterapia hiperbárica (OHB) es un tipo diferente de tratamiento con oxígeno. Implica respirar oxígeno 100% dentro de una cámara o tubo presurizado. La presión de aire aumentada —dos a tres veces mayor que la normal— permite que tus pulmones recojan mucho más oxígeno que respirar oxígeno puro a presión normal. Este oxígeno extra se disuelve en tu sangre y llega a órganos y tejidos más eficazmente.[13]

La OHB se usa para tratar afecciones graves específicas. Está aprobada para enfermedad por descompresión (sufrida por buceadores que suben demasiado rápido), burbujas de aire o gas en vasos sanguíneos, intoxicación por monóxido de carbono, heridas graves que no sanan, infecciones graves que causan muerte tisular, lesiones por aplastamiento que bloquean el flujo sanguíneo, injertos de piel o colgajos en riesgo de fracasar, quemaduras y daño tisular por radiación.[13] La terapia mejora la curación eliminando burbujas de aire atrapadas, promoviendo el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos y tejidos, y apoyando la actividad del sistema inmunitario.[13]

Sin embargo, algunos centros de tratamiento afirman que la OHB puede tratar afecciones como enfermedad de Alzheimer, autismo, cáncer y enfermedad de Lyme. La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. no ha autorizado ni aprobado la oxigenoterapia hiperbárica para estos usos, y la evidencia científica no respalda estas afirmaciones.[10] Siempre consulta a tu profesional sanitario antes de probar OHB, ya que hay riesgos involucrados, y solo debe usarse para indicaciones médicas aprobadas.

Pronóstico y perspectivas a largo plazo

Las perspectivas para las personas que usan terapia de oxigenación varían mucho dependiendo de la afección subyacente que requiere tratamiento. La terapia de oxigenación en sí no cura enfermedades, pero sirve como un tratamiento de apoyo que ayuda a manejar síntomas y prevenir complicaciones causadas por niveles bajos de oxígeno en sangre. Comprender qué esperar al comenzar la terapia de oxigenación puede ayudar a reducir la ansiedad y preparar tanto a pacientes como a familias para el camino por delante.[1]

Para algunas personas, la terapia de oxigenación puede ser necesaria temporalmente durante episodios de enfermedad aguda como neumonía o ataques de asma grave. En estos casos, una vez que la afección subyacente mejora y los niveles de oxígeno vuelven a la normalidad, la terapia puede discontinuarse. Otras personas con enfermedades pulmonares crónicas progresivas como EPOC o fibrosis pulmonar pueden requerir terapia de oxigenación por el resto de sus vidas.[1][5]

Muchos pacientes que reciben terapia de oxigenación experimentan mejoras significativas en su calidad de vida. Los niveles de energía a menudo aumentan porque las células reciben el oxígeno que necesitan para producir energía. La calidad del sueño típicamente mejora, ya que el cuerpo ya no lucha durante la noche con oxígeno insuficiente. Algunas personas encuentran que pueden participar en actividades que previamente evitaban debido a la falta de aire. Sin embargo, las expectativas deben permanecer realistas. Aunque el oxígeno ayuda al cuerpo a funcionar mejor, el proceso de enfermedad subyacente generalmente continúa, y los síntomas aún pueden progresar con el tiempo a pesar del uso apropiado de oxígeno.[1][9]

Progresión natural sin tratamiento

Cuando el cuerpo no recibe oxígeno adecuado y esta deficiencia permanece sin tratar, las consecuencias pueden ser graves y potencialmente mortales. El oxígeno es esencial para que cada célula del cuerpo funcione correctamente. Sin suficiente oxígeno, se desarrolla una afección llamada hipoxemia —niveles anormalmente bajos de oxígeno en la sangre— y puede llevar a daño generalizado en todo el cuerpo.[1][3]

Inicialmente, los niveles bajos de oxígeno no tratados pueden causar síntomas notables que empeoran con el tiempo. La falta de aire se vuelve más grave y ocurre incluso en reposo en lugar de solo durante la actividad. Se instala fatiga extrema porque las células no pueden producir energía eficientemente sin suficiente oxígeno. El corazón comienza a trabajar más duro, bombeando más rápido para intentar suministrar más sangre portadora de oxígeno a los tejidos, lo que puede llevar a pulso y frecuencia cardíaca rápidos. Pueden desarrollarse dolores de cabeza graves a medida que el cerebro lucha con la privación de oxígeno.[1]

A medida que la privación de oxígeno continúa, ocurren cambios físicos visibles. La piel, labios y uñas pueden adquirir un tinte azulado, una afección llamada cianosis, que señala niveles peligrosamente bajos de oxígeno. Pueden desarrollarse confusión y cambios en la función mental a medida que el cerebro no recibe suficiente oxígeno para mantener procesos cognitivos normales. Estos síntomas indican que el cuerpo está en dificultades e intentando compensar el suministro insuficiente de oxígeno.[1]

Durante períodos más largos sin oxígeno adecuado, comienza a ocurrir daño permanente a los órganos. El cerebro es particularmente vulnerable a la privación de oxígeno y puede sufrir lesión irreversible. El corazón puede desarrollar complicaciones graves incluyendo insuficiencia cardíaca. La función renal puede deteriorarse. Múltiples órganos pueden comenzar a fallar ya que no pueden mantener sus funciones vitales sin suministro adecuado de oxígeno. En los casos más graves, la hipoxemia severa no tratada puede resultar en paro cardíaco —cuando el corazón deja de latir— o muerte.[1][3]

Posibles complicaciones

Aunque la terapia de oxigenación es generalmente segura cuando se usa según lo prescrito, conlleva ciertos riesgos y posibles complicaciones que pacientes y cuidadores deben entender. La conciencia de estos problemas ayuda a prevenir problemas y asegura un tratamiento más seguro.[1][7]

Uno de los riesgos más significativos asociados con la terapia de oxigenación es el peligro de incendio. El oxígeno mismo no arde, pero hace que todo lo demás arda mucho más fácilmente e intensamente. Materiales que podrían arder o quemarse lentamente en aire normal pueden encenderse rápidamente y arder ferozmente en ambientes enriquecidos con oxígeno. Esto crea graves peligros de incendio, particularmente cuando el oxígeno se usa cerca de llamas abiertas, materiales para fumar, chispas eléctricas o fuentes de calor. Los incendios que involucran oxígeno pueden propagarse extremadamente rápido y volverse mortales en segundos. Por esta razón, fumar o vapear mientras usas oxígeno, o permitir que otros fumen cerca, está absolutamente prohibido. El oxígeno nunca debe usarse cerca de velas, chimeneas, estufas de gas, maquinillas eléctricas o cualquier cosa que pueda producir una chispa.[7][22]

⚠️ Importante
La seguridad del oxígeno y el fuego no puede tomarse a la ligera. Nunca fumes, vapees ni permitas que nadie fume cerca del equipo de oxígeno. Mantén el oxígeno alejado de llamas abiertas, chispas y fuentes de calor. Estas precauciones no son sugerencias —son requisitos que salvan vidas. Mantén siempre un extinguidor de incendios funcional accesible en tu hogar y asegúrate de que todos sepan dónde está ubicado.

Los efectos secundarios físicos del equipo de terapia de oxigenación son comunes pero generalmente manejables. El flujo de oxígeno seco puede irritar y secar las fosas nasales, labios y garganta. Esto puede causar hemorragias nasales, labios agrietados o incomodidad. La tubería de plástico que administra oxígeno puede rozar contra la piel detrás de las orejas o debajo de la nariz, causando dolor y ruptura de la piel. Pueden ocurrir dolores de cabeza matutinos y cansancio si los ajustes de oxígeno no están configurados apropiadamente para uso nocturno.[1][16]

Recibir demasiado oxígeno puede ser peligroso en ciertas situaciones. Para personas con afecciones pulmonares específicas, particularmente EPOC severa, niveles excesivamente altos de oxígeno pueden llevar a una acumulación de dióxido de carbono en la sangre, una afección llamada hipercapnia. Esto ocurre porque los niveles altos de oxígeno pueden interferir con el impulso del cuerpo para respirar. Los profesionales sanitarios prescriben cuidadosamente los caudales de oxígeno para evitar esta complicación. Los pacientes nunca deben ajustar sus ajustes de oxígeno sin orientación médica, ya que caudales más altos no necesariamente proporcionan mejores resultados y pueden causar daño.[6][7]

El uso a largo plazo de concentraciones muy altas de oxígeno puede causar toxicidad por oxígeno, que daña el tejido pulmonar y puede llevar a insuficiencia respiratoria. Sin embargo, esto típicamente ocurre solo con concentraciones de oxígeno mucho más altas que las prescritas para uso doméstico. El riesgo es mayor en entornos hospitalarios donde los pacientes pueden recibir oxígeno de alta concentración a través de ventiladores.[6]

Impacto en la vida diaria

Comenzar la terapia de oxigenación representa un ajuste significativo en el estilo de vida que afecta las capacidades físicas, el bienestar emocional, las interacciones sociales y las rutinas diarias. Comprender cómo la terapia de oxigenación influye en varios aspectos de la vida ayuda a los pacientes y familias a adaptarse con más éxito a esta nueva realidad.[16]

Físicamente, muchas personas encuentran que la terapia de oxigenación paradójicamente tanto limita como expande sus capacidades. Por un lado, estar conectado al equipo puede sentirse restrictivo y hacer que las actividades espontáneas sean más complicadas. La tubería requiere atención para prevenir enredos o tropiezos. Los sistemas de oxígeno portátiles añaden peso y volumen al moverse. Por otro lado, tener oxígeno adecuado a menudo mejora dramáticamente la resistencia y reduce la falta de aire, permitiendo la participación en actividades que se habían vuelto imposibles debido a la dificultad respiratoria. Caminar, comprar, visitar amigos y participar en pasatiempos se vuelven más factibles cuando el cuerpo recibe suficiente oxígeno.[1][16]

El aspecto más visible de la terapia de oxigenación —usar una cánula nasal o mascarilla— puede crear desafíos emocionales. Muchas personas se sienten cohibidas o avergonzadas por su apariencia cuando usan oxígeno en público. El equipo anuncia a todos cerca que la persona tiene una afección de salud grave, lo que puede sentirse como una pérdida de privacidad. Algunas personas experimentan ansiedad o depresión relacionada con su estado de salud cambiante y dependencia del equipo médico. Estos sentimientos son respuestas normales y comprensibles a una situación difícil.[16]

La vida social a menudo requiere ajustes al comenzar la terapia de oxigenación. Algunas personas inicialmente se retiran de situaciones sociales porque se sienten avergonzadas o se preocupan por las reacciones de otros. Sin embargo, mantener conexiones sociales sigue siendo importante para la salud emocional y calidad de vida. Con el tiempo, la mayoría de las personas encuentran que amigos y familiares son comprensivos y que los extraños rara vez comentan sobre el equipo de oxígeno. Planificar con anticipación las salidas sociales —asegurando suministro adecuado de oxígeno portátil, eligiendo lugares con diseños accesibles y permitiendo tiempo extra— ayuda a mantener una vida social activa.[18]

Viajar se vuelve más complejo pero sigue siendo posible con preparación cuidadosa. Los viajes cortos requieren planificar suministros de oxígeno portátiles y equipo de respaldo. Los viajes aéreos presentan desafíos adicionales porque los sistemas de oxígeno personales pueden no estar permitidos en aviones, requiriendo coordinación con aerolíneas para organizar concentradores de oxígeno portátiles aprobados. Planificar rutas de viaje para incluir paradas de descanso, investigar proveedores de oxígeno en destinos y llevar toda la documentación necesaria de los profesionales sanitarios son pasos esenciales para viajes exitosos.[18]

Apoyo para los familiares

Cuando un ser querido requiere terapia de oxigenación, los miembros de la familia desempeñan papeles cruciales en proporcionar apoyo, asegurar la seguridad y ayudar a mantener la calidad de vida. Comprender cómo asistir efectivamente mientras se respeta la independencia y dignidad del paciente beneficia a todos los involucrados.[16]

Los miembros de la familia deben primero educarse sobre la terapia de oxigenación, incluyendo cómo funciona el equipo, requisitos de seguridad y la afección médica específica del paciente. Asistir a citas médicas juntos cuando sea posible permite que los familiares escuchen información directamente de los profesionales sanitarios, hagan preguntas y comprendan mejor los planes de tratamiento. Este conocimiento compartido ayuda a prevenir malentendidos y asegura que todos sepan qué esperar.[1]

La asistencia práctica con el equipo de oxígeno a menudo se vuelve necesaria, particularmente cuando los pacientes comienzan la terapia. Los miembros de la familia pueden ayudar a configurar concentradores de oxígeno estacionarios, organizar la tubería para prevenir peligros de tropiezo, mantener suministros de respaldo y solucionar problemas del equipo. Aprender cómo verificar el flujo de oxígeno, identificar signos de que los tanques se están agotando y contactar a proveedores de oxígeno para recargas previene emergencias. Sin embargo, ayudar no significa hacerse cargo completamente —alentar a los pacientes a permanecer tan independientes como sea posible con su manejo de oxígeno preserva su sentido de control y capacidad.[16]

La monitorización de seguridad representa una de las responsabilidades familiares más importantes. Esto significa hacer cumplir políticas estrictas de no fumar dentro y alrededor de la casa, mantener el oxígeno alejado de llamas abiertas y fuentes de calor, y asegurar que los extintores de incendios sean accesibles y funcionales. Los miembros de la familia deben aprender a reconocer signos de niveles bajos de oxígeno —como confusión, respiración rápida, color de piel azulado o cansancio inusual— y saber cuándo buscar ayuda de emergencia.[7][22]

Quién debe someterse a diagnósticos y cuándo

Si te encuentras luchando por respirar, sintiéndote inusualmente cansado o experimentando confusión junto con dificultades respiratorias, puede ser momento de hablar con tu profesional sanitario sobre pruebas de oxígeno. Estos síntomas pueden señalar que tu cuerpo no está obteniendo el oxígeno que necesita para funcionar correctamente. Sin embargo, no todas las personas que necesitan oxígeno suplementario notarán señales de advertencia evidentes, por lo que las pruebas se vuelven especialmente importantes.

Las personas que viven con ciertas afecciones pulmonares son los candidatos más comunes para evaluación de terapia de oxigenación. Si te han diagnosticado EPOC, tu médico monitorizará regularmente tus niveles de oxígeno. Lo mismo aplica si estás lidiando con fibrosis pulmonar.[1]

Otras afecciones que a menudo requieren monitorización de niveles de oxígeno incluyen neumonía, asma, fibrosis quística, insuficiencia cardíaca, apnea del sueño y cáncer de pulmón. Incluso personas recuperándose de COVID-19 a veces necesitan terapia de oxigenación temporalmente mientras sus pulmones sanan. Más allá de la enfermedad, las personas que viven en grandes altitudes o planean escalar montañas también pueden necesitar verificación de sus niveles de oxígeno, ya que el aire contiene menos oxígeno cuanto más alto vas.[1]

Métodos diagnósticos utilizados

Pulsioximetría

La prueba más común y fácil se llama pulsioximetría. Esto implica un pequeño dispositivo que se coloca indoloramente en tu dedo, dedo del pie o lóbulo de la oreja. El dispositivo, llamado pulsioxímetro, proyecta haces de luz a través de tu piel para medir los niveles de oxígeno en los diminutos vasos sanguíneos llamados capilares. La prueba toma solo segundos y no requiere agujas ni muestras de sangre.[1]

Un nivel saludable de saturación de oxígeno está típicamente entre 95% y 100%. Cuando los niveles caen por debajo del 88%, los profesionales sanitarios a menudo prescriben terapia de oxigenación.[1]

Prueba de gases en sangre arterial

Para la medición más precisa de los niveles de oxígeno, los médicos usan una prueba de gases en sangre arterial (GSA). Esta prueba requiere extraer una pequeña muestra de sangre de una arteria, generalmente en tu muñeca. A diferencia de las pruebas de sangre regulares que usan venas, esta prueba mide el oxígeno directamente de la sangre que acaba de dejar tus pulmones y está transportando oxígeno a tu cuerpo.[1]

Los niveles normales de oxígeno en sangre arterial oscilan entre 75 y 100 milímetros de mercurio (mmHg). Si tu nivel cae a 60 mmHg o menos, probablemente necesitas oxígeno suplementario.[4]

Ensayos clínicos en curso

Actualmente hay un ensayo clínico que investiga activamente la terapia de oxigenación para prevenir problemas respiratorios después de cirugía no cardíaca. El ensayo se está llevando a cabo en Austria y se centra específicamente en pacientes de 60 años o más que tienen mayor riesgo de complicaciones postoperatorias.

Terapia de oxigenación para prevenir problemas respiratorios después de cirugía no cardíaca en pacientes con riesgo de complicaciones postoperatorias

Este ensayo, conocido como el ensayo AIOLOS, se está realizando en Austria y se centra en pacientes que enfrentan mayor riesgo de complicaciones después de cirugías no cardíacas como procedimientos generales o urológicos. El estudio tiene como objetivo determinar si proporcionar oxígeno suplementario a través de un tubo nasal simple después de la cirugía puede ayudar a prevenir caídas temporales en los niveles de oxígeno en sangre.

Principales criterios de inclusión:

  • Pacientes programados para cirugía no cardíaca electiva, incluyendo cirugía general o procedimientos urológicos
  • Debe tener 60 años de edad o más
  • Al menos una estancia nocturna antes de la cirugía y dos estancias nocturnas planificadas después de la cirugía
  • Debe estar en riesgo de complicaciones postoperatorias, definido por al menos uno de los siguientes: niveles elevados de proteína relacionada con el corazón antes de la cirugía, historial de enfermedad arterial coronaria o periférica, edad de 75 años o más, historial de accidente cerebrovascular o mini-accidente cerebrovascular, fumador actual o reciente, diabetes, colesterol alto, presión arterial alta o latido cardíaco irregular
  • La cirugía debe realizarse bajo anestesia general
  • Debe proporcionar consentimiento informado por escrito para participar

Principales criterios de exclusión:

  • Pacientes que no están en riesgo de complicaciones postoperatorias después de cirugía general o urológica
  • Pacientes fuera del rango de edad especificado
  • Pacientes que pertenecen a poblaciones vulnerables que requieren protección especial

El ensayo compara dos grupos de pacientes. El Grupo A recibe oxígeno a un caudal de 3 litros por minuto a través de una cánula nasal, mientras que el Grupo B recibe cuidados postoperatorios estándar sin oxígeno adicional. El objetivo principal es medir el tiempo promedio que los niveles de oxígeno en sangre de los pacientes caen por debajo del 90% durante los primeros dos días después de la cirugía.

Preguntas frecuentes

¿Me volveré dependiente del oxígeno o necesitaré más y más con el tiempo?

El oxígeno no es adictivo como una droga. Tu cuerpo necesita una cantidad específica de oxígeno para funcionar, y el oxígeno suplementario simplemente proporciona lo que tus pulmones no pueden suministrar por sí solos. No desarrollarás una dependencia más allá de tu necesidad médica real. Sin embargo, a medida que algunas enfermedades crónicas progresan naturalmente con el tiempo, tus requerimientos de oxígeno pueden aumentar, pero esto refleja la progresión de la enfermedad en lugar de dependencia del oxígeno.

¿Puedo ajustar mi caudal de oxígeno si me siento sin aliento?

No, nunca cambies tu caudal de oxígeno sin consultar a tu médico. Tu profesional sanitario prescribe cuidadosamente tus niveles de oxígeno basándose en pruebas y tus necesidades médicas específicas. Muy poco oxígeno no apoya adecuadamente tu cuerpo, pero demasiado oxígeno puede causar efectos secundarios dañinos incluyendo toxicidad por oxígeno y acumulación peligrosa de dióxido de carbono en tu sangre. Si sientes que tu prescripción actual no es adecuada, contacta a tu médico para reevaluación.

¿Con qué frecuencia necesito reemplazar mi cánula nasal y tubería de oxígeno?

Generalmente, debes reemplazar tu cánula nasal cada dos a cuatro semanas, o inmediatamente después de cualquier enfermedad. La tubería más larga que conecta tu fuente de oxígeno típicamente necesita reemplazo cada dos meses. Sin embargo, verifica con tu proveedor de oxígeno específico ya que las recomendaciones pueden variar. Mantén suministros extra a mano para que puedas reemplazar el equipo rápidamente cuando sea necesario o si ocurre daño.

¿Puedo viajar o volar en avión mientras uso terapia de oxigenación?

Sí, muchas personas que usan terapia de oxigenación viajan exitosamente, incluso en avión. Sin embargo, los viajes aéreos requieren planificación anticipada cuidadosa. Contacta a tu aerolínea con anticipación para conocer sus políticas sobre dispositivos de oxígeno aprobados y documentación requerida de tu médico. Las aerolíneas pueden acomodar las necesidades de oxígeno pero necesitan aviso previo. Para cualquier viaje, asegúrate de tener suficiente oxígeno para todo el viaje más extra para retrasos inesperados, y discute tus planes de viaje con tu profesional sanitario.

¿Qué debo hacer si mi equipo de oxígeno deja de funcionar?

Primero, verifica soluciones simples: asegúrate de que tu fuente de oxígeno esté encendida, la tubería esté conectada correctamente sin torceduras o bloqueos, y los tanques tengan oxígeno adecuado restante. Para concentradores, verifica que el dispositivo esté enchufado y que la toma de corriente funcione. Si escuchas un silbido fuerte indicando una fuga, aléjate del equipo, abre ventanas y llama a tu proveedor de oxígeno inmediatamente. Mantén el número de contacto de emergencia de tu proveedor fácilmente disponible. Si experimentas dificultad respiratoria severa, llama a servicios de emergencia de inmediato.

🎯 Puntos clave

  • La terapia de oxigenación es un tratamiento médico prescrito que administra oxígeno suplementario a personas cuyos cuerpos no pueden obtener suficiente respirando aire normal, a menudo debido a afecciones pulmonares o cardíacas.
  • Los profesionales sanitarios prescriben oxígeno cuando la saturación de oxígeno en sangre cae por debajo del 88%, aunque los niveles saludables son del 95% o superiores —las pruebas son esenciales porque el bajo nivel de oxígeno a menudo no causa síntomas evidentes.
  • Las afecciones comunes que requieren oxígeno incluyen EPOC, fibrosis pulmonar, neumonía, COVID-19, insuficiencia cardíaca y apnea del sueño, aunque algunas personas solo necesitan oxígeno temporalmente durante enfermedad aguda.
  • El oxígeno viene en tanques de gas comprimido, contenedores de oxígeno líquido o concentradores de oxígeno que extraen oxígeno del aire de la habitación, administrado a través de una cánula nasal o mascarilla facial.
  • La terapia de oxigenación adecuada mejora la energía, calidad del sueño y comodidad respiratoria mientras previene daño peligroso a los órganos por niveles bajos de oxígeno —muchos usuarios encuentran que pueden reanudar actividades que previamente encontraban demasiado agotadoras.
  • El oxígeno no es adictivo, pero es un peligro grave de incendio —nunca fumes, vapees ni permitas llamas abiertas cerca del equipo de oxígeno, y mantén todos los materiales inflamables alejados de las fuentes de oxígeno.
  • Nunca ajustes tu caudal de oxígeno prescrito por ti mismo, ya que tanto muy poco como demasiado oxígeno puede ser dañino —siempre consulta a tu médico si tus necesidades parecen cambiar.
  • El mantenimiento regular del equipo, incluyendo reemplazar cánulas nasales cada 2-4 semanas y tubería cada 2 meses, asegura administración segura y efectiva de oxígeno mientras previene infecciones.

Studi clinici in corso su Terapia de oxigenación

Riferimenti

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https://www.lung.org/lung-health-diseases/lung-procedures-and-tests/oxygen-therapy

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https://www.pulmonaryfibrosis.org/patients-caregivers/oxygen-therapy/what-is-oxygen-therapy

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https://www.mayoclinic.org/tests-procedures/hyperbaric-oxygen-therapy/about/pac-20394380

https://site.thoracic.org/advocacy-patients/patient-resources/oxygen-therapy

https://healthy.kaiserpermanente.org/health-wellness/health-encyclopedia/he.oxygen-therapy.hw63596

https://www.templehealth.org/about/blog/7-tips-living-with-oxygen-at-home

https://www.lung.org/lung-health-diseases/lung-procedures-and-tests/oxygen-therapy/things-to-know-when-using-oxygen

https://www.pahinitiative.com/living-with-pah/pah-self-care/oxygen-therapy

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https://myhealth.alberta.ca/Health/aftercareinformation/pages/conditions.aspx?hwid=ug5195

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https://medlineplus.gov/diagnostictests.html

https://www.questdiagnostics.com/

https://www.healthdirect.gov.au/diagnostic-tests

https://www.who.int/health-topics/diagnostics

https://www.yalemedicine.org/clinical-keywords/diagnostic-testsprocedures

https://www.nibib.nih.gov/science-education/science-topics/rapid-diagnostics

https://www.health.harvard.edu/diagnostic-tests-and-medical-procedures

https://www.roche.com/stories/terminology-in-diagnostics